Se puede modificar el esquema de coparticipación

El sistema unitario de facto en el que se desarrollan las instituciones de la República Argentina está sostenido tanto en las voluntades de los sectores políticos como en la pasividad de los ciudadanos.

Sabemos que son las provincias las encargadas de brindar los bienes públicos más importantes: educación, salud, seguridad y justicia; pero también sabemos que las provincias están absolutamente desfinanciadas por el perverso manejo de la caja que hace el poder central.
Pieza clave en esta situación son los gobernadores. Se sienten muy cómodos en el sistema de premios y castigos que se aplica desde Olivos, que lejos de recompensar a las buenas administraciones, mide todo con la vara política. Se valora la obediencia de los diputados, la asistencia aduladora a los actos de la rosada u otros actos políticos, y los elogios mediáticos a las acciones del gobierno nacional. Obviamente también se valora muchísimo la puesta a disposición de los aparatos políticos en tiempos de elecciones.
La injusta regulación que reparte los fondos entre la nación y las provincias solo es puesta en escena en tibias declaraciones de algunos gobernadores, donde normalmente se victimizan, quizás sin ser conscientes de que tienen en sus manos las llaves del cambio.
En el sistema actual de superpoderes y coparticipación, el gobierno nacional transfiere a las provincias solo un cuarto de lo que recauda, mientras que las tres cuartas partes restantes quedan a su disposición. Esa enorme masa de recursos es administrada de manera poco previsible y se utiliza entre otras cosas para asistencia social (generalmente con fines políticos), subsidios a todo tipo de empresas (aerolíneas, energía, transporte, etc.) y también para obra pública e infraestructura, que se utiliza directamente como moneda de cambio ante gobernadores, intendentes y demás. El gobernador Colombi es un ejemplo perfectamente blanqueado de sometimiento político a cambio de obra pública y estabilidad financiera para su provincia.

En este modelo unitario que reina hoy en la República Argentina todo se decide desde Olivos, y los gobernadores, aunque son votados por los habitantes de cada provincia están desprovistos de poder real y solo son acompañantes pasivos del sistema.

Ante un debilitado gobierno nacional, sin mayoría parlamentaria ni control de importantes comisiones, es el momento de que diputados (representantes de los ciudadanos) y senadores (representantes de las provincias) utilicen el poder que la ciudadanía les concede para elaborar una razonable ley de coparticipación de impuestos que asigne a las provincias el poder y la autonomía necesarios para el correcto funcionamiento del sistema federal. Que acabe con la discrecionalidad en la asignación de los recursos y los votantes podamos evaluar las gestiones de los gobiernos provinciales en base a parámetros concretos de buena administración y no en base a influencias, amistades o conveniencias políticas.

Si bien los diputados, senadores y gobernadores, tienen hoy todo el poder para modificar esta injusta (y quizás anticonstitucional) relación entre Nación y Provincias, su actitud pasiva (o timorata) puede deberse al bajo nivel de exigencia de los votantes.

Quizás tantos años de paternalismo hayan traído como consecuencia que los ciudadanos no terminen de darse cuenta de que en muchísimos temas el interés del político es diferente al interés de la gente. Estamos muy acostumbrados a delegar y después a quejarnos, pero bastante poco sabemos exigir a nuestros representantes de que expresen nuestra voluntad.

Juan Pablo Serra
Economista
jpserra@hotmail.com



20-12-2009 11:12. DERECHOS RESERVADOS. Permitida la reproducción total o parcial del artículo sólo citando la fuente .

Hablemos de economía

La maraña de diversos y multifacéticos temas que el Kirchnerismo y en menor medida la oposición han puesto entre las prioridades de la agenda mediática, como el futbol para todos, la inseguridad, la ley de medios, las internas sindicales y demás; han hecho que casi no se hable de economía, que es la más grande falencia que tiene el gobierno de CFK.

Lo que tenemos hoy no es un modelo económico sino un modelo de poder, realmente admirable tanto en su ejecución como en su diseño, pero absolutamente inútil y costoso para la ciudadanía.
Cualquier economía del mundo funciona de acuerdo al siguiente esquema: los ciudadanos tienen necesidades, las necesidades se satisfacen con bienes y servicios, los bienes y servicios deben ser producidos, para producir más bienes y servicios se necesita inversión, tanto en equipos como en educación y capacitación.

Sin embargo a nuestro gobierno este asunto lo tiene sin cuidado, pareciera que lo único que le interesa es que la mayor parte del flujo económico pase por sus manos. Y que cada vez menos pase por las manos de los otros sectores económicos, a los que considera rivales y en algunos casos enemigos. El monopolio del poder parece ser el objetivo.
Intenta doblegar al campo, los medios, la justicia, las fuerzas armadas y las provincias. Disciplinó misteriosamente al actual congreso y se alió a otros sectores deseosos de incrementar su cuota de poder, el sindicalismo, los piqueteros, algunos intelectuales de izquierda, el setentismo y demás.
Todo esto en nombre de conceptos económicos. Redistribución del ingreso y de la riqueza, control de la inflación, lucha contra los monopolios, disminución de la pobreza y otros términos han definido falsamente muchos de los actos de gobierno.
Da la impresión de que el gobierno está tan preocupado por desalentar los supuestos intentos desestabilizadores que no tiene tiempo de ocuparse de la economía.

Mientras tanto, el mundo está cambiando. Los alimentos son cada vez más cotizados, Uruguay ha realizado una verdadera revolución exportadora de carne y Brasil de soja. Chile sigue su rumbo.
Los países están tratando de fortalecer la cadena inversión-producción-satisfacción de necesidades.
El dólar se debilita y las monedas emergentes (excepto nuestro peso) se revalúan por las crecientes exportaciones. Los capitales del mundo se vuelcan al otrora tercer mundo en busca de oportunidades que los países centrales no brindan. Brasil asoma como potencia, pero Argentina restringe el comercio bilateral, sufriendo las lógicas represalias.

Si no fuera porque tenemos cierta experiencia en desaprovechar las oportunidades históricas que el mundo nos brinda, nuestra actitud parecería necia, pero sin embargo nos parece esperable.
Quizás los argentinos sabemos tanto de política que entendemos a un gobierno que solo piense en administrar poder. Y no lo digo en tono irónico.

Publicado en ADN el 15/11/09
El diagnóstico: Los menores de edad se alcoholizan

Solución propuesta: Limitar el horario de boliches

No se termina de entender bien cuál es la relación que pueden llegar a tener estos dos fenómenos. Y mucho menos teniendo en cuenta que “la solución” afecta también a derechos de los que no son menores, que verán restringida su posibilidad de diversión. Entiendo que para los que no son habituales concurrentes de sitios nocturnos esto puede ser una medida mínima, pero sin embargo no es así para los que sí concurren y no podrán entender que no le quieran vender un trago después de las cinco o seis de la mañana por tal irracional medida.

Teniendo en cuenta que en General Roca está vigente una ordenanza que prohíbe la venta de alcohol a menores de 18 años (3396/01) la posición a favor de la limitación pasa a ser ridícula (o quizás fascista).

Cualquier tipo de limitación horaria a implementar tiene que surgir de un acuerdo voluntario de los propietarios de los boliches, o que el propietario de determinado boliche decida poner una hora de cierre a su establecimiento, tal como lo hace un kiosko o un restaurante.

En cualquier sociedad racional, ante el problema de los menores alcoholizados se aplicaría, obviamente, la legislación vigente, que sanciona con multas y clausura a los expendedores que la incumplan. Imagino que habrá que hacer inspecciones más severas, controles más estrictos y con eso se estará actuando directamente sobre la raíz del problema

Asumiendo este supuesto, propongo a los propietarios de boliche un método muy simple que tengo entendido que se utiliza en algunos boliches de Estados Unidos.

Cada vez que una persona ingresa a un boliche se le exige identificación y en caso de ser mayor de 18 se le pone una pulsera de papel autoadhesiva (de las que se usan como entrada en automovilismo). Los empleados de la barra solo despacharán bebidas alcohólicas a los que muestren la pulsera y de esta manera estarán perfectamente cubiertos con respecto a las sanciones previstas en la ordenanza.

Esta simple medida es preferible antes las irracionalidades propuestas, que son producto de legisladores que el único interés que tienen es demostrar que “se están ocupando” del asunto.

La limitación.


Los liberales muchas veces nos oponemos a las medidas que restringen las libertades individuales a veces con pocos argumentos más que la propia ideología (que no es un mal argumento).

Particularmente creo que los temas instalados por la agenda oficial tienen el efecto cortina de humo para que no se hable de la debilidad política, de las dificultades de las finanzas públicas, de la pésima relación que el gobierno tiene con muchos sectores económicos y con muchos gobernadores, de los crecientes casos de corrupción, de la abrupta caída de nuestra imagen internacional y del creciente deterioro del bienestar social, educación, salud, desnutrición, desempleo, seguridad y otros asuntos afectados por el tramo descendente del ciclo económico.

Los temas que surgieron últimamente son realmente apasionantes, alcohol y drogas. El ministro Fernandez constantemente manifiesta los beneficios de la despenalización del consumo de drogas y paralelamente el enorme daño que el alcohol causa en nuestros jóvenes. Sería muy entendible su posición si se tratase de un activista rastafari, pero en boca de Fernandez suena bastante parecido a una contradicción.
El gobernador Scioli, ahogado financieramente, con innumerables problemas en el interior de la provincia y debiendo obediencia a Kirchner también se sumó rápidamente a la cruzada contra el alcohol, como para atenuar así su incómoda posición.

La brillante propuesta planteada como solución consiste en cerrar las puertas de los boliches a la una de la mañana, es decir, quién no entró antes de la una se queda afuera. Los boliches podrán expender alcohol hasta las cuatro y media y deberán vaciar el local a las cinco y media. Caso contrario deberán abonar cuantiosas multas. Todo en nombre de “poner límite el descontrol”.

Alguna vez he planteado desde este espacio la preferencia de nuestra ciudadanía por las medidas autoritarias. Sé que mucha gente está muy de acuerdo con esta medida y creé que los jóvenes no tienen la libertad de divertirse como les dé la gana.
Parece algo muy simple, hay que acostumbrarse a salir más temprano y listo. Y como remate se dice que en muchos países que sin dudas son ejemplo a imitar, los boliches funcionan en esa franja horaria.

Sin embargo, semejante medida es inaplicable en la Argentina, salvo que por la fuerza se quieran cambiar pautas culturales.
En cualquier restaurante de muchas zonas de Buenos Aires se puede ir a cenar a la una y media, y esto no pasa casi en ningún lugar del mundo. Es cultural cenar tarde, es cultural tomar algo en un bar y es cultural ir tarde a un boliche. Y las costumbres que no atentan contra terceros no se cambian con leyes.

No voy a subestimar la inteligencia de Scioli ni la de Fernandez (sí, la de los pro-fascistas que apoyan la medida) por eso se me ocurre que la inclusión de este tema en la agenda de asuntos importantes no es más que una cortina de humo.

El italiano y el alemán

Adjunto el vínculo a una interesantísima nota de La Nación que además de estar brillantemente escrita nos obliga a replantearnos creencias, valores y banderas.
Justicia, perdón, olvido y arrepentemiento a veces son cuestiones altamente complejas.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1157296

Particularmente no pude tomar una posición al respecto.

La puerta abierta

Los resultados de las elecciones del 28 en la provincia de Río Negro empiezan a delinear el panorama para la actividad política en los próximos dos años.

A primera vista podemos resaltar el contudente triunfo del candidato de Soria, el respaldo de los votantes a las gestiones municipales y el impresionante crecimiento del Ari.

Es de suponer que la decadencia del kirchnerismo arrastrará también al casi extinguido radicalismo K, y por lo tanto al gobernador Saiz (que igualmente no puede presentarse a un nuevo mandato). Pero el radicalismo provincial excede a Saiz. Hay dirigentes radicales con muy buena relación con el radicalismo orgánico y con el cobismo.

Por su parte hay dirigentes no oficialistas de peso que no son contenidos en ninguno de los dos partidos mayoritarios, como Odarda o Weretilneck.

Ante esta situación, están dadas las condiciones para que en la provincia de Río Negro se replique el exitoso modelo del Acuerdo Cívico y Social, que nuclea a la UCR, a la Coalición Cívica y otras fuerzas.

Obviamente no es de esperar que esta nueva fuerza aglutine a la totalidad de los 137.000 votos obtenidos el domingo, pero sin dudas se convertirá en la fuerza política principal de la provincia.
El desgastado radicalismo provincial necesita refrescarse, cambiar caras y liderazgos. Por su parte la dirigente del Ari y el intendente cipoleño, saben que tienen un importante caudal de votos que desea proyectarlos mucho más allá de lo que sus estructuras partidarias les permiten.

Pero el radicalismo sí tiene estructura. Los 72.000 votos (27,5%) del candidato Castañón se pueden adjudicar mayormente al funcionamiento del aparato del radicalismo provincial, ya que a nivel de propuestas, carisma, popularidad y definición política nacional el barilochense fue una incógnita.

Sin dudas a nivel nacional sería visto con muy buenos ojos de cara al 2011 que el acuerdo entre Coalición Cívica y UCR se concrete en la provincia de Río Negro, para ayudar a la verdadera lucha de este espacio que es luchar por la presidencia de la Nación.

La puerta para el acuerdo está abierta, y si no se interponen mezquinos intereses personalistas (algo muy usual en la política) será una realidad.

Vamos a votar en la interna peronista.

El día 10 de diciembre, cuándo asuman los representantes elegidos este domingo 28, asistiremos a una histórica abrumadora mayoría peronista en el congreso nacional.

Las dos listas que pelean por el triunfo en el distrito más importante son peronistas, tres de las cuatro que participan en Córdoba también y dos de las tres más importantes de Santa Fé también. O sea, en tres de los cuatro distritos importantes los votos peronistas serán amplia mayoría. El restante es la ciudad de Buenos Aires que siempre le fue muy esquiva al PJ.

En el corto plazo se puede hablar de kirchnerismo y antikirchnerismo, es cierto, en principio parece que habría bloques separados, algo así como leales y rebeldes, pero se trata de una cuestión coyuntural y no de fondo. Quizás por eso se encargan de despejar mediáticamente cualquier sospecha al respecto.

Conociendo la historia de algunos dirigentes como Pichetto, Scioli, Reutemann, Solá y hasta el mismo Kirchner, sabemos que siempre han estado del lado del peronista de turno en el poder, es decir, han sido sucesivamente menemistas, duhaldistas y kirchneristas, (obviamente no critico el comportamiento lógico de apoyar al partido al cuál se pertenece). No podemos dejar de sospechar que en el postkirchnerismo (o antes) los legisladores de raíces peronistas vuelvan a unirse en un mega-bloque. Se dice que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista.

Quizás el planteado no sea el escenario más probable, y quizás gobierno y oposición estén claramente diferenciados en los dos bloques durante los próximos dos años; el pro-peronista y el oficialista. Sin embargo, no podemos asegurar que este escenario tenga el cien por ciento de las probabilidades de ocurrencia.

Existen otros escenarios. El más dramático e improbable es el de la renuncia (ante el fracaso electoral). Ante una eventual renuncia de la presidenta, o sea el fin de la era kirchnerista, ya no habrá motivo de división en el peronismo, y todos (o la gran mayoría) se encolumnarán detrás de un nuevo líder.

Algo más probable es que el gobierno reciba algo de aire en las urnas y que Kirchner triunfe en Buenos Aires. En cualquier caso, el oficialismo va a perder representantes en las cámaras, y no sería extraño que tenga que salir a comprarlos. A veces es más fácil comprar a un diputado o un senador que ganar una elección. No hay que ser muy ingenuo. Y carne de cañón serán los representantes de lo que podemos llamar el “peronismo expectante”.

Difícil es imaginar lo que pueda ocurrir de acá a diciembre, con el condimento de una crisis económica internacional, la economía argentina en recesión y los ingresos del estado cayendo en picada en relación a los gastos. Los K son casi imbatibles en el rubro sorpresas y ases en la manga. Hoy nadie duda de que si la fórmula no era Kirchner-Scioli el oficialismo estaría peleando el segundo puesto en Buenos Aires o que si no estatizaban las AFJP estaría el gobierno con serios problemas fiscales. Quizás en un tiempo descubramos que la medida de adelantar las elecciones también fue acertadísima en términos políticos.

Lo único que podemos tener en claro es que el futuro es de los peronistas.

La sátira que desnuda un vacío de ideas




Joaquín Morales Solá
Para LA NACION

Viernes 19 de junio de 2009 | Publicado en edición impresa

En un lúcido artículo publicado en el diario El País , de Madrid, Julio María Sanguinetti se preguntaba hace pocos días, a propósito de las parodias argentinas de "Gran Cuñado", si la sátira "no terminará desviando el juicio sereno de un votante hacia anécdotas y estereotipos necesariamente farsescos". Con su estilo claro y riguroso, el ex presidente uruguayo invitaba a reflexionar "sobre la manera en que un programa de esta naturaleza puede transformarse en un escenario decisivo desde el punto de vista político".

Coincidiendo con Sanguinetti, debemos llegar a la conclusión de que el programa de Marcelo Tinelli no resulta ajeno al curso de la campaña electoral ni al vaivén de las encuestas. El conductor se preocupó muy poco por su neutralidad, pero es probable que el día después de las elecciones debamos analizar el "efecto Tinelli" en los resultados del 28 de junio.

La audiencia de "Gran Cuñado" ha caído 10 puntos desde su espectacular estreno. No obstante, sigue contando con un rating que lo convierte, de hecho, en la más grande vidriera de la política argentina. Salvo algunas excepciones (Elisa Carrió y Néstor Kirchner, por ahora), la mayoría de los políticos parodiados decidió concurrir al programa, dialogar con su imitador y hablarle al resto de los histriones como si fueran los personajes reales y no sólo eficientes actores. Los políticos no ganan mucho respeto con esas presentaciones, pero ellos mismos justifican su decisión señalando que es preferible estar ahí ante la alternativa de no estar.

No estar ahí significa desaparecer. ¿Qué han hecho para que sólo hablando de frivolidades, protagonizando diálogos ilusorios o haciendo de su trabajo un ejercicio de humor les devuelva la sensación de existir? Un programa de humor sobre la política y los políticos tiene vastos seguidores en todo el mundo. La rareza argentina es que ese programa se está levantando como una suerte de areópago de la política local, en el que su influencia podría ser decisiva en las elecciones inminentes y más cruciales de la era kirchnerista.

Un programa de humor concluye para la reflexión colectiva en el mismo instante en el que su conductor se despide. Los televidentes sueltan entonces sus últimas risas y sonrisas para volver de inmediato a sus menesteres.

La pregunta que deberían hacerse los candidatos es si no pasa lo mismo cuando ellos hablan en serio en formales programas políticos. Para decirlo sin tantas vueltas: el problema de la política argentina no es "Gran Cuñado", sino su vaciedad conceptual y su módico fardo de ideas.

Los discursos de campaña son patéticos en ese sentido. Los argentinos están condenados a pasar de la nostalgia kirchnerista por un tiempo que no volverá (con agravios incluidos) al voluntarismo sin propuestas del peronismo disidente, atravesando también el repetido código de buenas intenciones del no peronismo. ¿En qué país quisiera cada uno de ellos que vivieran los argentinos? ¿En qué mundo inscribirían ellos a la Argentina? Sólo se sabe que los opositores, sean peronistas o no peronistas, quieren volver a un sistema político más tranquilo y consensual. Una obviedad para la mayoría social fatigada del método kirchnerista.

* * *

El único favor que la política le debe a Tinelli consiste en que resucitó a la propia política, aun en medio del sarcasmo y la burla. Entre tanta confusión intelectual, el conductor -o su programa- no ha dejado de mostrarse como un argentino más, con sus debilidades, sus vicios y sus desenfrenos. La votación para premiar o castigar es así no más, cargada de desconocidas, pero supuestas chapucerías. No es transparente, pero a nadie le importa que lo sea.

Los dos personajes más beneficiados por las imitaciones, Néstor Kirchner y Francisco de Narváez, y los más perjudicados, Julio Cobos y Carlos Reutemann, hablan del conductor (¿y por qué no de una fracción de la sociedad argentina?) más que cualquier manual de sociología. El personaje ficticio de Kirchner es un hombre pícaro, hábil y oportunista, que resulta muy distinto del Kirchner real, autoritario, manipulador y malhumorado.

Sin embargo, una porción social importante es siempre seducida por un audaz enredador, capaz de sortear la ley y las normas para sacar provecho propio. ¿En qué otro país del mundo se le hubiera perdonado a un político que se llevara al extranjero los recursos fiscales del estado que gobernaba para protegerlos del propio Estado? ¿Cuántos dirigentes argentinos han sido sacralizados por saber todo y no entender nada? Esas cosas pasan sólo en la Argentina.

De Narváez consiguió la popularidad que necesitaba a través del programa de Tinelli. ¿Lo describe como un hombre rico? Sí. Es rico. Hay entonces que sacar otra conclusión: los argentinos no detestan a los ricos, como supone el Gobierno. Una mayoría, al menos, quiere alcanzar esas cimas de riqueza. En el pobre conurbano bonaerense, la gente común le pregunta a De Narváez por los autos Mercedes-Benz y por los relojes Rolex que le adjudicó Tinelli. Tiene curiosidad por saber de esas cosas y no las rechaza.

Cobos y Reutemann son retratados como personas indecisas (y ninguno de ellos lo es), extremadamente callados y grises. Después de Menem, de Kirchner y hasta del propio Raúl Alfonsín, los argentinos parecen identificarse con líderes épicos, centrales, capaces de reescribir la historia a partir del arribo de ellos mismos a la historia. El diálogo y el consenso, y el necesario decurso de una democracia aburrida, es sólo un anhelo social que coincide con el deber ser. No hay otras constancias, más que esos vagos y fugaces sueños colectivos.

Un fenómeno político de tanta levedad no desmerece al conductor del programa ni al programa, sino a los dirigentes políticos argentinos, que pueden estar con igual comodidad y pertenencia en un programa de humor o en un recinto parlamentario. En aquel artículo, Sanguinetti destacó que "la razón es la gran ausente" en el ciclo de Tinelli. Es cierto: la razón no está ahí. Pero, ¿dónde está?

¿Gestión o ideología?

Finalmente en la campaña se empezó a hablar de los temas profundos. De aquellos temas que cualquier sociedad más o menos madura discute antes de las elecciones. Temas que hacen a las bases y al futuro de lo que queremos construir, pero tratados a la argentina.

La parte central del debate giró en torno del rol que debe tener el estado en la economía.
Macri tiró la piedra, en el momento justo, exigiendo la reprivatización de Aerolíneas Argentinas, empresa que beneficia a muy pocos (algunos viajeros y algunos empleados) y que le cuesta al estado nacional una suma mayor al millón de dólares diarios.

El oficialismo retrucó, con su caballito de batalla; la tragedia de los noventa.

No es un tema solo de políticos sino también de toda la sociedad, el bajísimo nivel que tienen las discusiones sobre el tema. Los críticos a las privatizaciones ponen ejemplos (cómo el de Aerolíneas) de la pésima gestión privada de las firmas. Y los privatistas hablan de la pésima gestión estatal de las mismas (el caso Entel, que tardaba hasta 20 años en instalar una línea o el citado caso de la ahora estatizada Aerolíneas). Se discute sobre calidad de gestión y no sobre ideología, y obviamente, ejemplos de paupérrima gestión tenemos por parte del estado y del sector privado. Se discute sobre ejemplos.

Pero la teoría existe. Hay consenso entre los economistas en que es el estado, aquel que tiene proveer los bienes públicos, o por su cuenta o mediante concesiones perfectamente controladas y transparentes.

Debe el estado demostrar eficiencia y eficacia en la provisión de salud, educación, seguridad, justicia y defensa. Son funciones prácticamente indelegables.
Además, el estado suele permitirse beneficiarse con el monopolio de algún recurso específico y estratégico como hidrocarburos, minería, armamento o energía atómica. Viene al caso la estatal chilena Codelco, empresa explotadora de cobre valuada en 27.000 millones de dólares.
También el estado muchas veces tiene que ser el impulsor del desarrollo de la infraestructura que permita un más rápido desarrollo económico y un aumento en el bienestar de los habitantes (rutas, puertos, redes de agua y cloacas, gas, pavimento y hasta vivienda).
Cómo último punto vamos a agregar que es función del estado controlar a los monopolios naturales, normalmente proveedores de servicios públicos como agua, luz y gas, que son sectores donde la competencia es técnicamente imposible e indeseable.

Un estado que brinda con eficiencia estos servicios, con un alto nivel satisfacción de los ciudadanos, habrá cumplido con los requisitos mínimos para empezar a pensar en intervenir en otros ámbitos de la economía, como pueden ser el transporte aéreo, ferroviario o las telecomunicaciones.

La Argentina de hoy lejos está de este ideal. Salud, educación, seguridad y parte de la justicia están completamente desfinanciadas, ya que son responsabilidad de las provincias y el gobierno nacional al parecer es muy celoso de la caja. Debería interpretarse como un desatino manejar Aerolíneas para favorecer a unos pocos viajeros y otros tanos empleados gastando cuatro o cinco millones de pesos al día.

Si las funciones indiscutibles del estado estuviesen cumpliéndose de maravillas, podríamos estar hablando y discutiendo acerca de la conveniencia o no de la intervención estatal en el transporte aéreo o en el sistema financiero, y recién ahí florecerían las posiciones ideológicas. Pero lamentablemente el momento actual nos obliga a exigir básicamente calidad de gestión.

"Esto es política social en serio"

Dijo Miguel Pichetto en el acto de entrega de sesenta y seis pensiones de setecientos pesos al mes destinadas a personas con invalidez, vejez y madres con siete hijos.
Para celebrar este acontecimiento se realizó un acto institucional en el más distinguido salón de la ciudad de General Roca que contó con la presencia de dos senadores nacionales, una importante funcionaria de Nación, el intendente, otros intendentes, concejales, legisladores y el candidato. Habría pensado que se trababa de un acto político si el Senador Pichetto no hubiese aclarado que no tiene nada que ver con lo electoral.
La funcionaria nacional aclaró que no es una dádiva, que es un derecho.
El dantesco cuadro se completa con un aporte de setenta mil pesos destinados al hospital Francisco López Lima, también anunciado por el jefe del bloque oficialista del senado. Podemos imaginarnos el impacto que van a generar setenta mil pesos más en la salud pública.



Si, a este punto hemos llegado. Al parecer hay que celebrar con bombos y platillos que un ciudadano acceda a algo a lo que tiene derecho. En parte quizás sí, porque hay un montón de otros habitantes que lamentablemente no tienen acceso disfrutar de sus derechos.
Imagino que en el futuro quizás se haga un acontecimiento similar cuando se le otorgue la jubilación a un trabajador que le corresponde, o cuando le paguen el aguinaldo a los empleados municipales, o cuando Pami autorice una derivación, o cuando un niño acceda a la escuela.
Lo dijo Pichetto, política social en serio.


Publicado en La Comuna el 11 de junio de 2009

Se puede cambiar

"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda." Martin Luther King

Poco puede agregarse a lo escrito anteriormente acerca de los reiterados abusos de la ética, de la legitimidad y hasta de la legalidad a los que el Partido Justicialista Bonaerense (casi sinónimo del PEN) nos tiene acostumbrados.
Bajo ningún punto de vista voy a desestimar la inteligencia de estas personas, son gente sensata, racional, que sabe lo que hace y que seguramente está bien asesorada y cuentan con datos de sondeos que les permiten planificar sus actos para encontrar los puntos exactos en los cuales intervenir. No está de más decir que con elevado condimento maquiavélico.

El bizarro contexto incluye todo. Primero la frase de K “¿Tienen miedo de perder?” condenando en Catamarca el adelantamiento de las elecciones, y diez días después fustigando a los opositores que no estaban de acuerdo por el adelantamiento de las legislativas decidido por Cristina(¿?). Luego vinieron las listas testimoniales (o anti-traición), Scioli, Massa y muchos otros diciendo que iban en las listas pero que no iban a asumir. Cuando el tema se judicializó mandaron una notita diciendo que eventualmente iban a asumir…
En el medio, en tiempo y espacio, está Clotilde Acosta, que en la boleta seguramente aparecerá con el nombre Nacha Guevara y en el imaginario de los bonaerenses con la imagen de Eva Perón. O sea, una síntesis del guerrillero y la Sra. Duarte.
También tuvo sus cinco minutos de fama un tal Fernando Narvaez, que pretendía llegar al congreso de la mano de algunos distraídos votantes de Francisco De Narvaez, en una falsa colectora, pero finalmente parece que abandonó la candidatura.

Lamentablemente todas estas cosas, en mayor o menor medida inaceptables para el ciudadano independiente, informado y más o menos educado, al parecer no tienen ningún efecto negativo en los votantes de las zonas más pobres del conurbano bonaerense. Me permito establecer una correlación general entre el nivel económico y el nivel educativo de los ciudadanos y llegar a la conclusión de qué son los sectores menos educados los que apoyan con su voto estas prácticas.
Es difícil caer con la culpa sobre los ignorantes, ya que mayormente son inocentes víctimas. Absolutamente irrelevante es caer con la culpa sobre los gobernantes, que saben que mantener (y en lo posible hacer crecer) la ignorancia, que genera beneficios electorales a muy bajo costo.
En principio estamos en presencia de un círculo vicioso, un gobernante que genera ignorancia y un ignorante que al bajar su nivel de exigencia, se conforma con lo concreto que se le ofrece durante la campaña.

¿Todo está perdido?
Entiendo que hay gente que creé que sí, ya que el accionar que hoy desarrolla el kirchnerismo no es nuevo, tiene más de veinte años de historia y se replica con éxito en cada provincia y no se divisa una fuerza capaz de cambiarlo. Otros piensan que no hay cambio posible dentro de la institucionalidad democrática. Algunos sostienen que la única manera de cambiar es “metiéndose” en política y como la consideran “sucia” o al menos muy incierta y desgastante, se quedan de brazos cruzados.
Yo soy de los que considera que hay un camino que lleva a un posible cambio, y para eso asumo una pequeña responsabilidad, la de influir a quien tengo cerca. Ni exhortar ni convencer. Comentar, plantear situaciones y tratar de generar alguna esperanza en los valores democráticos y republicanos. De la única manera que puede materializarse esa esperanza es utilizando bien la herramienta del voto. (¡Que ingenuo! pensarán muchos)

El Tren del Valle y su destino de fracaso


Cuando hace unos años se planteó el regreso del transporte ferroviario de pasajeros en el Alto Valle, los que investigamos el tema imaginamos un proyecto integral y superador.

En una región con más de medio millón de habitantes distribuidos linealmente en 120 kilómetros, con pésimas vías de comunicación terrestres que atraviesan una zona de producción de alimentos, es casi obvio que el transporte de pasajeros debe realizarse por ferrocarril. La mayoría de la población del Valle vive a menos de dos kilómetros de las vías.

El tren tiene un bajo impacto ambiental, es muy eficiente en el consumo de energía (por pasajero transportado), es muchísimo más seguro que el transporte automotor y debería ser también más rápido y confortable.

Para explotar éstos y otros beneficios hay que realizar importantes inversiones y tener el objetivo de máxima de que la abrumadora mayoría de las personas que se transportan diariamente por cuestiones laborales, administrativas, de estudio, de salud y otras, lo haga por tren y que la existencia del tren también permita movilizarse a personas que hoy no lo hacen; es decir que tenemos una importante demanda existente y una aún mayor demanda potencial.

Para satisfacerlas correctamente necesitamos un corredor por el que puedan circular simultáneamente dos trenes en direcciones opuestas, completamente alambrado, con seguros pasos a nivel y a distinto nivel y preferiblemente electrificado. Con coches motores ágiles y confortables, que cubran amplias frecuencias especialmente en horas pico y con furgón para bicicletas. Con varias paradas a lo largo del recorrido, habilitando nuevas paradas en la terminal de ómnibus y aeropuerto de Neuquén, cerca de las sedes universitarias, de los hospitales y de los barrios más populosos de las ciudades.

Un servicio que realmente otorgue ventajas importantes al estudiante que vive en Neuquén y estudia en Roca, al rionegrino que utiliza el aeropuerto de Neuquén y al trabajador de cualquier barrio, que podrá movilizarse en bicicleta hasta la parada cercana a su casa, subir la bicicleta al tren y bajarse en la parada cercana a su trabajo. Nada muy diferente a lo que ocurre en el mundo y, sin ir más lejos, en Buenos Aires.

La Ruta 22 estaría librada de vehículos de transporte de pasajeros y particulares, disminuyéndose drásticamente la tasa de accidentes y de muertos y beneficiando a las zonas productivas y urbanas cercanas con una menor contaminación auditiva y del aire.

Estamos hablando de inversiones importantísimas. Quizás parezcan utópicas en el contexto actual, pero realmente es un paso adelante en la configuración de las ciudades, en la integración interprovincial, en la eficiencia de las inversiones en infraestructura (aeropuertos, hospitales, escuelas, fábricas, empresas y organismos administrativos), que podrán ubicarse teniendo en cuenta la accesibilidad que este importantísimo servicio les brinda.

Lamentablemente, el mezquino proyecto que va a implementarse muy lejos estará de este ideal. Serán tres frecuencias diarias, que si a alguien le coinciden con sus horarios de trabajo o de estudio será mera casualidad. El transporte automotor seguirá manteniendo la misma cantidad de pasajeros y el tren sólo transportará a una demanda residual. Seguramente generará más trastornos que beneficios, ya que los cerca de cien pasos a nivel seguirán como hasta ahora y los trenes circularán a bajísima velocidad por los mismos, es decir en casi todo el trayecto. Aún no sabemos cuánto tardará el tren en llegar de Roca a Neuquén. Imagino que ante el primer accidente fatal, o ante la primera crisis económica, el tren dejará de funcionar y será uno más de los intentos fallidos.

Creo que en realidad el proyecto a implementarse sólo responde a fines políticos, a decir que se está haciendo algo frente al proyecto ciudadano, y que de ninguna manera va a otorgar beneficios significativos a los habitantes del Valle.

Juan Pablo Serra, DNI 24.136.111 - Roca

Publicada en diario Río Negro el 26 de mayo de 2009

http://rionegro.com.ar/diario/tools/imprimir.php?id=124330825570&tipo=1


Rumbo al 28 de junio

“Se puede construir una gran mentira con fragmentos de pequeñas verdades.”

La farsa de las elecciones comenzó en marzo de este año, cuándo el Poder Ejecutivo Nacional decidió el adelantamiento de las elecciones, violando claramente la ley 25983 que el congreso K había aprobado en diciembre de 2004. Bueno, en realidad no fue una violación, ya que el congreso K de 2009 la derogó, “por única vez”, con la ley 26945 sancionada en marzo. Las leyes no parecen estar para cumplirse, en realidad solo están, inertes e inútiles, salvo cuándo se quiere actuar por encima de ellas; es allí cuando se ordena derogarlas. Curioso estado de derecho que nos rige. Beneficios que la mayoría legislativa le otorga al gobierno, claro ejemplo de lo que hoy en día llamamos “gobernabilidad”.

Las explicaciones fueron variadas, pero la verdad oficial (en boca de CFK) dice que “sería suicida” esperar a octubre manteniendo “discusiones estériles” y “debates inútiles” mientras “el mundo se cae a pedazos”. Vaya consideración que la presidenta tiene por las elecciones y por las instituciones democráticas.

Las listas.
Las internas se extinguen, lejos estamos de aquellos momentos históricos, acaparadores de la atención, donde los partidos mediante el voto elegían a sus candidatos. Si bien aún existen ejemplares de elecciones internas, generalmente no son nada rescatables, tienen bajísimos porcentajes de participaciones e interminables desprolijidades, podemos citar a la elección del justicialismo rionegrino, en una interna donde solo los afiliados estaban habilitados para votar, pero el elegido, paradójicamente, no estaba afiliado al partido.

Hoy todo es más simple, se junta la mesa chica y decide como se arman las listas. Lo más curioso de todo es que ni siquiera se consulta al candidato si es su voluntad integrar alguna lista. Santiago Montoya fue despedido por negarse a ser concejal en San Isidro. Los más obedientes están a la cabeza de las listas anti-traición (mal llamadas testimoniales) donde cada intendente, ministro o legislador (y sus esposas y familia) pone la cara y el nombre para garantizar al de arriba, que no cambiarán el caballo a la mitad del río. El propio gobernador del distrito más importante, medio gabinete nacional y el cruceño ex presidente tienen sus nombres impresos en las boletas, así como figuras del espectáculo. La máxima expresión del fenómeno es haber llevado a una actriz, que en estos tiempos hace en teatro (y con mucho éxito) el personaje de Eva Duarte, en la obra Evita. Les juro que no les miento.

La excusa, el miedo.
Lo menos folclórico y más preocupante de lo que se plantea es el delicado tema de la gobernabilidad. En nombre de la gobernabilidad se han cometido excesos y hasta atrocidades en la Argentina y en el mundo. No voy entrar en detalles ni en comparaciones dramáticas, pero sí en una suma de relativamente pequeños detalles. El congreso ha permitido todo tipo de abusos y jugadas inconstitucionales del ejecutivo en los últimos años, desde aquella elección presidencial del 2003, donde el justicialismo presentó tres candidatos por miedo a perder una interna con Menem, hasta el ya citado adelantamiento de las elecciones, pasando por la vigencia de la ley de emergencia económica en momentos que el país crecía a tasas chinas, o la creación de impuestos que no pasan por el congreso y no se coparticipan, o los superpoderes al jefe de gabinete. En nombre de la gobernabilidad quizás se justifique la mentira del Indec. Hemos llegado a un punto en el que la gobernabilidad ha pasado a ser más importante que la institucionalidad, y eso nos deja una enorme puerta abierta a los excesos del poder.

Desde que Alfonsín fracasó en su intento de gobernar de acuerdo a las instituciones y a la Constitución Nacional, los que vinieron después (avalados por el pueblo) eligieron el camino de la gobernabilidad, sin importar consecuencias futuras ni deterioros a largo plazo. Lamentablemente en cierta forma coincido con el discurso oficial, creo que existe alguna posibilidad de caos si el kirchnerismo pierde las elecciones, pero no provocado por el voto popular sino imaginando la profecía autocumplida. Es posible que después de un escenario de derrota, el gobierno intente profundizar el modelo al estilo Hugo Chavez, avasallando derechos y generando rencores o bien que abandonen el barco en una especie de despecho. Lo que me cuesta imaginar es que en un escenario de derrota el gobierno actúe con sensatez, corrigiendo el rumbo, moderando sus impulsos y escuchando el verdadero mensaje de las urnas

Quizás cada una de estas pequeñas cosas por separado sea justificable en algún punto, pero el cúmulo de las mismas, el constante ejercicio de dar a cada acto cuestionable una forzada explicación genera que a la larga todo pase a ser no creíble.

Después de 20 años no podemos seguir culpando a Menem

Es como mínimo ingenuo acusar a Carlos Menem como el culpable de que la Argentina no tenga una red ferroviaria operativa. Han pasado casi 20 años desde la máxima “ramal que para, ramal que se cierra”.

Aunque es sabido, vamos a enumerar las ventajas del transporte ferroviario, tanto para las cargas como para los pasajeros. Los trenes causan un impacto ambiental mucho menor que los camiones, consumen menos energía por unidad transportada, son más seguros, no congestionan rutas, no deterioran rutas, no congestionan ingresos a las ciudades. Seguramente si más cantidad de cargas y pasajeros se transportasen por ferrocarril, disminuirían los accidentes en las carreteras.

Las estadísticas a nivel mundial señalan que el transporte de pasajeros por tren es deficitario en primera instancia, es decir, si comparamos los costos con el ingreso directo derivado de la venta de pasajes. Sin embargo, el transporte ferroviario, genera un montón de otros beneficios económicos, mayor fluidez del tránsito vehicular, menores costos de mantenimiento e inversión de la infraestructura vial, menores costos por contaminación, etc. Es decir, que si hacemos el análisis completo, también consideramos como económico, el transporte de pasajeros.
El transporte de cargas por ferrocarril es superavitario en todo el mundo.

En un país de grandes distancias, con una infraestructura vial obsoleta, con una importantísima red ferroviaria existente, en emergencia vial por la enorme cantidad de accidentes y en crisis energética podría parecer increíble que no existan los ferrocarriles, pero no, existe un responsable de esta situación, uno de los dos hombres más poderosos de la política, Hugo Antonio Moyano.

El defensor de los camioneros, que hoy cobran más que un maestro o que un médico, defiende a capa y espada a sus trabajadores. Bajo la amenaza de utilizar su poder de “parar el país” ha conseguido un enorme espacio en el espectro político actual. Es un aliado del gobierno, negocia lugares importantes en las listas del peronismo bonaerense y algunos afirman que el gobierno es más bien su rehén y no su aliado. Se dice que tiene empresas relacionadas y que son favorecidas por parte del gobierno con negocios millonarios.

A modo de ejemplo tenemos el caso del metanol, que al parecer por presiones del camionero y de algún aliado político, es transportado en camiones desde la provincia de Neuquén a Buenos Aires, porque varios intendentes del Gran Buenos Aires se opusieron a que trenes con metanol pasen por las vías de sus partidos.

La UCR debe volver

Uno de los más importantes pilares de cualquier democracia presidencialista (como la nuestra) es la alternancia en el poder, significa que cada cuatro, ocho o a los sumo doce años, los sillones de los gobernantes cambian de manos, se retiran todos los funcionarios del gobierno anterior para dejar lugar a los funcionarios de otro partido. Esto no solo evita el perjudicial enquistamiento en el cargo, sino que también exige que el viejo gobierno entregue con prolijidad las cuentas y ejecuciones de los programas.
La ciudadanía está enterada de los beneficios del sistema y vota mayoritariamente a uno u otro partido. Lo que hace que el bipartidismo sea la mejor configuración para este sistema.

Parlamentarismo.
En las democracias parlamentarias la situación es algo más compleja. La ciudadanía vota tanto a un presidente (de centro-izquierda o centro-derecha) que es una figura diplomática y decorativa, como a los miembros del parlamento, que son los que eligen al primer ministro (que es el jefe del gobierno) en base a alianzas para lograr la mayoría. Si uno de los bloques, de un día para otro, decide restar apoyo al primer ministro y este pierde la mayoría en el congreso, el gobierno automáticamente debe buscar nuevas alianzas y mayorías o renunciar. En caso de que esto último ocurra, empieza nuevamente una serie de acuerdos y negociaciones que debe concluir en una mayoría que esté de acuerdo en nombrar a un nuevo primer ministro.
Esta situación hace que pequeños partidos, a veces con menos del diez por ciento de los votos, sean extremadamente importantes a la hora de tejer alianzas para formar gobierno.
Una vez más el ejemplo sui generis es la Argentina (presidencialista y casi monopartidista), que hoy en día tiene un solo partido importante y varios partidos oscilantes que aparecen y desaparecen constantemente, pero ninguno logra consolidarse como alternativa.

Inalternancia
Hace 20 años que la Argentina está gobernada por el mismo partido, con un pequeño intervalo de dos años que solo fue posible porque el partido gobernante no le dio pleno apoyo a su candidato y vio con mejores ojos que gane la oposición. Es decir, hace 20 años que un gobierno no revisa cuentas del anterior, que los mismos personajes están sentados en las mismas sillas (o al menos en la misma mesa). Esto genera que se perfeccionen los métodos de corrupción, que los lazos entre política y establishment se profundicen, que se consideren válidos (por usos y costumbres) prácticas ilegales e inconstitucionales, tanto a nivel político como económico. Y que este deterioro se produzca lentamente, agravándose año a año.
Este deterioro constante de las instituciones republicanas, ha hecho que el partido dominante muestre casi siempre alternativas oficialistas y no oficialistas, y que los radicales, se vean más seducidos por incorporar a los peronismos disidentes que por la unión del propio partido.
Hoy no sorprende que los dirigentes cambien de partido, que funden nuevos partidos y que se alíen con viejos enemigos, o que muchos de los opositores sean del mismo partido que gobierna. Curiosidades no aptas para sistema presidencialista.

Oportunidad
Este sistema no permite medias tintas. En mano de los políticos está la unión de todos los dirigentes radicales, de volver a mostrarse como alternativa y de dirimir sus diferencias en elecciones internas y no abriéndose del partido, ni mucho menos tentando a peronistas camaleónicos.
Es el momento ideal para hacerlo, después de que el peronismo ha demostrado que sus complicadas artes políticas no han favorecido en nada el desarrollo institucional del país, y que radicalismo siempre fue un partido más respetuoso de la democracia, de la república y de la constitución.