La puerta abierta

Los resultados de las elecciones del 28 en la provincia de Río Negro empiezan a delinear el panorama para la actividad política en los próximos dos años.

A primera vista podemos resaltar el contudente triunfo del candidato de Soria, el respaldo de los votantes a las gestiones municipales y el impresionante crecimiento del Ari.

Es de suponer que la decadencia del kirchnerismo arrastrará también al casi extinguido radicalismo K, y por lo tanto al gobernador Saiz (que igualmente no puede presentarse a un nuevo mandato). Pero el radicalismo provincial excede a Saiz. Hay dirigentes radicales con muy buena relación con el radicalismo orgánico y con el cobismo.

Por su parte hay dirigentes no oficialistas de peso que no son contenidos en ninguno de los dos partidos mayoritarios, como Odarda o Weretilneck.

Ante esta situación, están dadas las condiciones para que en la provincia de Río Negro se replique el exitoso modelo del Acuerdo Cívico y Social, que nuclea a la UCR, a la Coalición Cívica y otras fuerzas.

Obviamente no es de esperar que esta nueva fuerza aglutine a la totalidad de los 137.000 votos obtenidos el domingo, pero sin dudas se convertirá en la fuerza política principal de la provincia.
El desgastado radicalismo provincial necesita refrescarse, cambiar caras y liderazgos. Por su parte la dirigente del Ari y el intendente cipoleño, saben que tienen un importante caudal de votos que desea proyectarlos mucho más allá de lo que sus estructuras partidarias les permiten.

Pero el radicalismo sí tiene estructura. Los 72.000 votos (27,5%) del candidato Castañón se pueden adjudicar mayormente al funcionamiento del aparato del radicalismo provincial, ya que a nivel de propuestas, carisma, popularidad y definición política nacional el barilochense fue una incógnita.

Sin dudas a nivel nacional sería visto con muy buenos ojos de cara al 2011 que el acuerdo entre Coalición Cívica y UCR se concrete en la provincia de Río Negro, para ayudar a la verdadera lucha de este espacio que es luchar por la presidencia de la Nación.

La puerta para el acuerdo está abierta, y si no se interponen mezquinos intereses personalistas (algo muy usual en la política) será una realidad.

Vamos a votar en la interna peronista.

El día 10 de diciembre, cuándo asuman los representantes elegidos este domingo 28, asistiremos a una histórica abrumadora mayoría peronista en el congreso nacional.

Las dos listas que pelean por el triunfo en el distrito más importante son peronistas, tres de las cuatro que participan en Córdoba también y dos de las tres más importantes de Santa Fé también. O sea, en tres de los cuatro distritos importantes los votos peronistas serán amplia mayoría. El restante es la ciudad de Buenos Aires que siempre le fue muy esquiva al PJ.

En el corto plazo se puede hablar de kirchnerismo y antikirchnerismo, es cierto, en principio parece que habría bloques separados, algo así como leales y rebeldes, pero se trata de una cuestión coyuntural y no de fondo. Quizás por eso se encargan de despejar mediáticamente cualquier sospecha al respecto.

Conociendo la historia de algunos dirigentes como Pichetto, Scioli, Reutemann, Solá y hasta el mismo Kirchner, sabemos que siempre han estado del lado del peronista de turno en el poder, es decir, han sido sucesivamente menemistas, duhaldistas y kirchneristas, (obviamente no critico el comportamiento lógico de apoyar al partido al cuál se pertenece). No podemos dejar de sospechar que en el postkirchnerismo (o antes) los legisladores de raíces peronistas vuelvan a unirse en un mega-bloque. Se dice que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista.

Quizás el planteado no sea el escenario más probable, y quizás gobierno y oposición estén claramente diferenciados en los dos bloques durante los próximos dos años; el pro-peronista y el oficialista. Sin embargo, no podemos asegurar que este escenario tenga el cien por ciento de las probabilidades de ocurrencia.

Existen otros escenarios. El más dramático e improbable es el de la renuncia (ante el fracaso electoral). Ante una eventual renuncia de la presidenta, o sea el fin de la era kirchnerista, ya no habrá motivo de división en el peronismo, y todos (o la gran mayoría) se encolumnarán detrás de un nuevo líder.

Algo más probable es que el gobierno reciba algo de aire en las urnas y que Kirchner triunfe en Buenos Aires. En cualquier caso, el oficialismo va a perder representantes en las cámaras, y no sería extraño que tenga que salir a comprarlos. A veces es más fácil comprar a un diputado o un senador que ganar una elección. No hay que ser muy ingenuo. Y carne de cañón serán los representantes de lo que podemos llamar el “peronismo expectante”.

Difícil es imaginar lo que pueda ocurrir de acá a diciembre, con el condimento de una crisis económica internacional, la economía argentina en recesión y los ingresos del estado cayendo en picada en relación a los gastos. Los K son casi imbatibles en el rubro sorpresas y ases en la manga. Hoy nadie duda de que si la fórmula no era Kirchner-Scioli el oficialismo estaría peleando el segundo puesto en Buenos Aires o que si no estatizaban las AFJP estaría el gobierno con serios problemas fiscales. Quizás en un tiempo descubramos que la medida de adelantar las elecciones también fue acertadísima en términos políticos.

Lo único que podemos tener en claro es que el futuro es de los peronistas.

La sátira que desnuda un vacío de ideas




Joaquín Morales Solá
Para LA NACION

Viernes 19 de junio de 2009 | Publicado en edición impresa

En un lúcido artículo publicado en el diario El País , de Madrid, Julio María Sanguinetti se preguntaba hace pocos días, a propósito de las parodias argentinas de "Gran Cuñado", si la sátira "no terminará desviando el juicio sereno de un votante hacia anécdotas y estereotipos necesariamente farsescos". Con su estilo claro y riguroso, el ex presidente uruguayo invitaba a reflexionar "sobre la manera en que un programa de esta naturaleza puede transformarse en un escenario decisivo desde el punto de vista político".

Coincidiendo con Sanguinetti, debemos llegar a la conclusión de que el programa de Marcelo Tinelli no resulta ajeno al curso de la campaña electoral ni al vaivén de las encuestas. El conductor se preocupó muy poco por su neutralidad, pero es probable que el día después de las elecciones debamos analizar el "efecto Tinelli" en los resultados del 28 de junio.

La audiencia de "Gran Cuñado" ha caído 10 puntos desde su espectacular estreno. No obstante, sigue contando con un rating que lo convierte, de hecho, en la más grande vidriera de la política argentina. Salvo algunas excepciones (Elisa Carrió y Néstor Kirchner, por ahora), la mayoría de los políticos parodiados decidió concurrir al programa, dialogar con su imitador y hablarle al resto de los histriones como si fueran los personajes reales y no sólo eficientes actores. Los políticos no ganan mucho respeto con esas presentaciones, pero ellos mismos justifican su decisión señalando que es preferible estar ahí ante la alternativa de no estar.

No estar ahí significa desaparecer. ¿Qué han hecho para que sólo hablando de frivolidades, protagonizando diálogos ilusorios o haciendo de su trabajo un ejercicio de humor les devuelva la sensación de existir? Un programa de humor sobre la política y los políticos tiene vastos seguidores en todo el mundo. La rareza argentina es que ese programa se está levantando como una suerte de areópago de la política local, en el que su influencia podría ser decisiva en las elecciones inminentes y más cruciales de la era kirchnerista.

Un programa de humor concluye para la reflexión colectiva en el mismo instante en el que su conductor se despide. Los televidentes sueltan entonces sus últimas risas y sonrisas para volver de inmediato a sus menesteres.

La pregunta que deberían hacerse los candidatos es si no pasa lo mismo cuando ellos hablan en serio en formales programas políticos. Para decirlo sin tantas vueltas: el problema de la política argentina no es "Gran Cuñado", sino su vaciedad conceptual y su módico fardo de ideas.

Los discursos de campaña son patéticos en ese sentido. Los argentinos están condenados a pasar de la nostalgia kirchnerista por un tiempo que no volverá (con agravios incluidos) al voluntarismo sin propuestas del peronismo disidente, atravesando también el repetido código de buenas intenciones del no peronismo. ¿En qué país quisiera cada uno de ellos que vivieran los argentinos? ¿En qué mundo inscribirían ellos a la Argentina? Sólo se sabe que los opositores, sean peronistas o no peronistas, quieren volver a un sistema político más tranquilo y consensual. Una obviedad para la mayoría social fatigada del método kirchnerista.

* * *

El único favor que la política le debe a Tinelli consiste en que resucitó a la propia política, aun en medio del sarcasmo y la burla. Entre tanta confusión intelectual, el conductor -o su programa- no ha dejado de mostrarse como un argentino más, con sus debilidades, sus vicios y sus desenfrenos. La votación para premiar o castigar es así no más, cargada de desconocidas, pero supuestas chapucerías. No es transparente, pero a nadie le importa que lo sea.

Los dos personajes más beneficiados por las imitaciones, Néstor Kirchner y Francisco de Narváez, y los más perjudicados, Julio Cobos y Carlos Reutemann, hablan del conductor (¿y por qué no de una fracción de la sociedad argentina?) más que cualquier manual de sociología. El personaje ficticio de Kirchner es un hombre pícaro, hábil y oportunista, que resulta muy distinto del Kirchner real, autoritario, manipulador y malhumorado.

Sin embargo, una porción social importante es siempre seducida por un audaz enredador, capaz de sortear la ley y las normas para sacar provecho propio. ¿En qué otro país del mundo se le hubiera perdonado a un político que se llevara al extranjero los recursos fiscales del estado que gobernaba para protegerlos del propio Estado? ¿Cuántos dirigentes argentinos han sido sacralizados por saber todo y no entender nada? Esas cosas pasan sólo en la Argentina.

De Narváez consiguió la popularidad que necesitaba a través del programa de Tinelli. ¿Lo describe como un hombre rico? Sí. Es rico. Hay entonces que sacar otra conclusión: los argentinos no detestan a los ricos, como supone el Gobierno. Una mayoría, al menos, quiere alcanzar esas cimas de riqueza. En el pobre conurbano bonaerense, la gente común le pregunta a De Narváez por los autos Mercedes-Benz y por los relojes Rolex que le adjudicó Tinelli. Tiene curiosidad por saber de esas cosas y no las rechaza.

Cobos y Reutemann son retratados como personas indecisas (y ninguno de ellos lo es), extremadamente callados y grises. Después de Menem, de Kirchner y hasta del propio Raúl Alfonsín, los argentinos parecen identificarse con líderes épicos, centrales, capaces de reescribir la historia a partir del arribo de ellos mismos a la historia. El diálogo y el consenso, y el necesario decurso de una democracia aburrida, es sólo un anhelo social que coincide con el deber ser. No hay otras constancias, más que esos vagos y fugaces sueños colectivos.

Un fenómeno político de tanta levedad no desmerece al conductor del programa ni al programa, sino a los dirigentes políticos argentinos, que pueden estar con igual comodidad y pertenencia en un programa de humor o en un recinto parlamentario. En aquel artículo, Sanguinetti destacó que "la razón es la gran ausente" en el ciclo de Tinelli. Es cierto: la razón no está ahí. Pero, ¿dónde está?

¿Gestión o ideología?

Finalmente en la campaña se empezó a hablar de los temas profundos. De aquellos temas que cualquier sociedad más o menos madura discute antes de las elecciones. Temas que hacen a las bases y al futuro de lo que queremos construir, pero tratados a la argentina.

La parte central del debate giró en torno del rol que debe tener el estado en la economía.
Macri tiró la piedra, en el momento justo, exigiendo la reprivatización de Aerolíneas Argentinas, empresa que beneficia a muy pocos (algunos viajeros y algunos empleados) y que le cuesta al estado nacional una suma mayor al millón de dólares diarios.

El oficialismo retrucó, con su caballito de batalla; la tragedia de los noventa.

No es un tema solo de políticos sino también de toda la sociedad, el bajísimo nivel que tienen las discusiones sobre el tema. Los críticos a las privatizaciones ponen ejemplos (cómo el de Aerolíneas) de la pésima gestión privada de las firmas. Y los privatistas hablan de la pésima gestión estatal de las mismas (el caso Entel, que tardaba hasta 20 años en instalar una línea o el citado caso de la ahora estatizada Aerolíneas). Se discute sobre calidad de gestión y no sobre ideología, y obviamente, ejemplos de paupérrima gestión tenemos por parte del estado y del sector privado. Se discute sobre ejemplos.

Pero la teoría existe. Hay consenso entre los economistas en que es el estado, aquel que tiene proveer los bienes públicos, o por su cuenta o mediante concesiones perfectamente controladas y transparentes.

Debe el estado demostrar eficiencia y eficacia en la provisión de salud, educación, seguridad, justicia y defensa. Son funciones prácticamente indelegables.
Además, el estado suele permitirse beneficiarse con el monopolio de algún recurso específico y estratégico como hidrocarburos, minería, armamento o energía atómica. Viene al caso la estatal chilena Codelco, empresa explotadora de cobre valuada en 27.000 millones de dólares.
También el estado muchas veces tiene que ser el impulsor del desarrollo de la infraestructura que permita un más rápido desarrollo económico y un aumento en el bienestar de los habitantes (rutas, puertos, redes de agua y cloacas, gas, pavimento y hasta vivienda).
Cómo último punto vamos a agregar que es función del estado controlar a los monopolios naturales, normalmente proveedores de servicios públicos como agua, luz y gas, que son sectores donde la competencia es técnicamente imposible e indeseable.

Un estado que brinda con eficiencia estos servicios, con un alto nivel satisfacción de los ciudadanos, habrá cumplido con los requisitos mínimos para empezar a pensar en intervenir en otros ámbitos de la economía, como pueden ser el transporte aéreo, ferroviario o las telecomunicaciones.

La Argentina de hoy lejos está de este ideal. Salud, educación, seguridad y parte de la justicia están completamente desfinanciadas, ya que son responsabilidad de las provincias y el gobierno nacional al parecer es muy celoso de la caja. Debería interpretarse como un desatino manejar Aerolíneas para favorecer a unos pocos viajeros y otros tanos empleados gastando cuatro o cinco millones de pesos al día.

Si las funciones indiscutibles del estado estuviesen cumpliéndose de maravillas, podríamos estar hablando y discutiendo acerca de la conveniencia o no de la intervención estatal en el transporte aéreo o en el sistema financiero, y recién ahí florecerían las posiciones ideológicas. Pero lamentablemente el momento actual nos obliga a exigir básicamente calidad de gestión.

"Esto es política social en serio"

Dijo Miguel Pichetto en el acto de entrega de sesenta y seis pensiones de setecientos pesos al mes destinadas a personas con invalidez, vejez y madres con siete hijos.
Para celebrar este acontecimiento se realizó un acto institucional en el más distinguido salón de la ciudad de General Roca que contó con la presencia de dos senadores nacionales, una importante funcionaria de Nación, el intendente, otros intendentes, concejales, legisladores y el candidato. Habría pensado que se trababa de un acto político si el Senador Pichetto no hubiese aclarado que no tiene nada que ver con lo electoral.
La funcionaria nacional aclaró que no es una dádiva, que es un derecho.
El dantesco cuadro se completa con un aporte de setenta mil pesos destinados al hospital Francisco López Lima, también anunciado por el jefe del bloque oficialista del senado. Podemos imaginarnos el impacto que van a generar setenta mil pesos más en la salud pública.



Si, a este punto hemos llegado. Al parecer hay que celebrar con bombos y platillos que un ciudadano acceda a algo a lo que tiene derecho. En parte quizás sí, porque hay un montón de otros habitantes que lamentablemente no tienen acceso disfrutar de sus derechos.
Imagino que en el futuro quizás se haga un acontecimiento similar cuando se le otorgue la jubilación a un trabajador que le corresponde, o cuando le paguen el aguinaldo a los empleados municipales, o cuando Pami autorice una derivación, o cuando un niño acceda a la escuela.
Lo dijo Pichetto, política social en serio.


Publicado en La Comuna el 11 de junio de 2009

Se puede cambiar

"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda." Martin Luther King

Poco puede agregarse a lo escrito anteriormente acerca de los reiterados abusos de la ética, de la legitimidad y hasta de la legalidad a los que el Partido Justicialista Bonaerense (casi sinónimo del PEN) nos tiene acostumbrados.
Bajo ningún punto de vista voy a desestimar la inteligencia de estas personas, son gente sensata, racional, que sabe lo que hace y que seguramente está bien asesorada y cuentan con datos de sondeos que les permiten planificar sus actos para encontrar los puntos exactos en los cuales intervenir. No está de más decir que con elevado condimento maquiavélico.

El bizarro contexto incluye todo. Primero la frase de K “¿Tienen miedo de perder?” condenando en Catamarca el adelantamiento de las elecciones, y diez días después fustigando a los opositores que no estaban de acuerdo por el adelantamiento de las legislativas decidido por Cristina(¿?). Luego vinieron las listas testimoniales (o anti-traición), Scioli, Massa y muchos otros diciendo que iban en las listas pero que no iban a asumir. Cuando el tema se judicializó mandaron una notita diciendo que eventualmente iban a asumir…
En el medio, en tiempo y espacio, está Clotilde Acosta, que en la boleta seguramente aparecerá con el nombre Nacha Guevara y en el imaginario de los bonaerenses con la imagen de Eva Perón. O sea, una síntesis del guerrillero y la Sra. Duarte.
También tuvo sus cinco minutos de fama un tal Fernando Narvaez, que pretendía llegar al congreso de la mano de algunos distraídos votantes de Francisco De Narvaez, en una falsa colectora, pero finalmente parece que abandonó la candidatura.

Lamentablemente todas estas cosas, en mayor o menor medida inaceptables para el ciudadano independiente, informado y más o menos educado, al parecer no tienen ningún efecto negativo en los votantes de las zonas más pobres del conurbano bonaerense. Me permito establecer una correlación general entre el nivel económico y el nivel educativo de los ciudadanos y llegar a la conclusión de qué son los sectores menos educados los que apoyan con su voto estas prácticas.
Es difícil caer con la culpa sobre los ignorantes, ya que mayormente son inocentes víctimas. Absolutamente irrelevante es caer con la culpa sobre los gobernantes, que saben que mantener (y en lo posible hacer crecer) la ignorancia, que genera beneficios electorales a muy bajo costo.
En principio estamos en presencia de un círculo vicioso, un gobernante que genera ignorancia y un ignorante que al bajar su nivel de exigencia, se conforma con lo concreto que se le ofrece durante la campaña.

¿Todo está perdido?
Entiendo que hay gente que creé que sí, ya que el accionar que hoy desarrolla el kirchnerismo no es nuevo, tiene más de veinte años de historia y se replica con éxito en cada provincia y no se divisa una fuerza capaz de cambiarlo. Otros piensan que no hay cambio posible dentro de la institucionalidad democrática. Algunos sostienen que la única manera de cambiar es “metiéndose” en política y como la consideran “sucia” o al menos muy incierta y desgastante, se quedan de brazos cruzados.
Yo soy de los que considera que hay un camino que lleva a un posible cambio, y para eso asumo una pequeña responsabilidad, la de influir a quien tengo cerca. Ni exhortar ni convencer. Comentar, plantear situaciones y tratar de generar alguna esperanza en los valores democráticos y republicanos. De la única manera que puede materializarse esa esperanza es utilizando bien la herramienta del voto. (¡Que ingenuo! pensarán muchos)