Estado de derecho, orden público y fuerza pública. (I)

La evolución del fútbol.

Podríamos considerar al fútbol como una actividad arcaica, instintiva, solo medio escalón abajo del sexo y de la alimentación en la primitiva (y actual) escala de valores de la humanidad.

El instinto de patear aquellos objetos que vemos inertes en el suelo, es seguramente uno de los más reprimidos deseos de los hombres, y aparece varias veces por semana, toparse con los zapatos al bajar de la cama, cruzarse con el perro o el gato en el pasillo, encontrar en la vereda una bolsa de residuos que espera que la recojan, ver un castillo de arena en la playa y muchas otras que se suceden a lo largo de los días nos demuestran la fuerza que tiene nuestro mecanismo represor de instintos y la fuerza que tiene por sí mismo el instinto de patear cosas.

Suponiendo que este instinto haya estado presente desde los orígenes de la humanidad, no sería nada extraño que en los hombres más primitivos el citado mecanismo represor no haya tenido tanta fuerza, y que libremente hayan estado estos hombres pateando objetos durante siglos.

Quizás estemos hablando de una actividad social, donde varias personas pateaban algún objeto blando y se divertían de esa manera. Poco importa si el objeto en cuestión estaba hecho con cuero, o era una cabeza de algún animal o eventualmente humana.

Seguramente antes de la aparición de los arcos (y de los equipos), hayan aparecido las primeras reglas del fútbol.

El foul. Luego de varios machucones en las piernas de la mayoría de los jugadores, consecuencia de un Hércules que calzaba 48 y era bastante torpe en el manejo de su pierna hábil (la derecha) el grupo consideró que iba a ser mejor para todos prohibir pegar patadas a cualquier objeto distinto de aquella primitiva pelota. Luego de la primera infracción a esta regla, el gigante se pasó todo ese día sin que lo dejen participar, obviamente al otro día se cuidó en usar su fuerza desmedidamente contra los otros y se dio cuenta que el juego se había hecho más divertido aún, los conflictos realmente disminuyeron.

De la misma manera que aparece la regla de la sanción al foul, aparecen los equipos (para hacerlo más ordenado), los límites del campo de juego (para no terminar jugando donde estaba el fuego o las gallinas), el gol (para hacerlo competitivo), el tiempo de juego, los arcos, las áreas, el lateral, el tiro libre, el arquero, la barrera, los hinchas, los torneos, la distancia, el offside, el indirecto, el jogo bonito, las tarjetas, los técnicos, los clubes, los representantes, la nuestra, la chilena, la barra brava, el catenaccio, los trapos, los préstamos sin cargo y sin opción, los bombos, la fifa, el mundial, Qatar, los relatores, los magnates rusos, el maracanazo, el Rey Fahd, la rotura de ligamentos cruzados, los extracomunitarios, el 4-4-2, las porristas, el Bambino, el 225, el 20%, los derechos económicos, el media punta, las concentraciones, el fixture, la incentivación, la garra charrua, y todos los condimentos que hacen a la evolución alcanzada hasta hoy.

Espontaneamente, y sin que ningún ser superior le entregue el reglamento a nadie de esta tierra, el instinto de patear se convirtió en este tremendo y fascinante espectáculo-negocio aclamado alrededor del mundo más que ninguna otra cosa.


Algo similar podemos suponer que surgió entre los hombres espontáneamente para organizarse socialmente, somos muchos los que pensamos que el desarrollo de la humanidad está basado en los propios acuerdos entre los hombres y no en reglas que alguien haya bajado desde cielo (historia rebuscada, improbable e incomprobable).

En la civilización, al igual que en el fútbol, se establecieron reglas, sanciones, premios, castigos, tácticas, estrategias, jueces, ganadores y perdedores. El impresionante desarrollo que ha tenido la humanidad, en los últimos dos siglos se debe en parte a que en casi todo el mundo prima el estado de derecho.

El Estado de derecho es un sistema institucional en el cual el poder político, y la fuerza pública son sumisos al derecho. Está estrechamente ligado al respeto de la jerarquía de las normas, a la separación de poderes y a los derechos fundamentales, por lo cuál bajo ningún punto de vista ninguno de los elementos del sistema tiene poderes ilimitados.


Tanto en la civilización como en el fútbol, el cumplimiento de las leyes es un valor fundamental que hace que las actividades puedan realizarse con previsibilidad, garantías y libremente.

Seguramente existen detractores a estas ideas, que creén que las reglas las hacen los poderosos, los imperios y que tienen como único objetivo el sometimiento de los hombres por parte de otros hombres; que las leyes se usan para intentar dar legalidad a situaciones ilegítimas y otros argumentos parecidos. Sin embargo si hacemos una pequeña estadística consultando a quienes tenemos cerca si prefieren que las leyes se cumplan a que no se cumplan, la abrumadora mayoría optará por la primera opción.

VA A SEGUIR

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